La estrategia de Hizboláh; combatientes y civiles
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Hizboláh; combatientes y civiles
Finales de julio de 2006; las televisiones españolas muestran las imágenes captadas por una aeronave israelí que sobrevuela el sur del Líbano. En la pantalla, una docena de milicianos de Hizboláh combaten entre callejuelas contra el Ejército israelí. El espectador contiene el aliento; parece una película, pero están muriendo seres humanos de verdad. En un momento dado se ven forzados a retirarse, en un desordenado repliegue. Por fin llegan a sus vehículos, en los que se montan antes de que acabe la grabación.
El espectador acostumbrado a las soflamas antiisraelíes del presentador y del redactor puede no haber prestado atención a las furgonetas de los milicianos. Si lo hubiera hecho, hubiera observado las rayas oscuras sobre fondo blanco, los dos círculos brillantes en la parte delantera del techo y los dos menores en la trasera. Ambos transportes son iguales, sospechosamente iguales y uniformes. Entonces el atento espectador da un respingo en el sillón; las furgonetas en las que se meten los milicianos de Hizboláh son ambulancias.
Organizaciones no gubernamentales, periodistas, políticos árabes se escandalizan cuando las noticias hablan de voladuras de ambulancias o camiones cargados de alimentos en la carretera a Damasco. Denuncian la extensión de los bombardeos a la población civil, a los no-combatientes. Pero sobre el terreno la cosa no parece tan clara; ¿qué ambulancia transporta a un niño herido y qué ambulancia contiene un comando de Hizboláh fuertemente armado?¿qué espacio formalmente civil es, en realidad, un centro de combatientes pro-iraníes?
Lo que está poniendo de manifiesto la guerra en Oriente Medio es que el Ejército israelí tiene en frente a unas milicias de Hizbolah que han hecho saltar definitivamente por los aires la diferencia tradicional, a la que aún se acoge Occidente como último recurso de humanidad, entre combatientes y civiles. Hizbolah en Líbano, Hamas en Gaza o al-Qaeda en Iraq tienen en común la condición de sus miembros; todos ellos son, voluntaria y declaradamente, tanto civiles como combatientes, y su estrategia consiste, de hecho, en fusionar los dos mundos.
La novedad estratégica parece consistir no sólo en convertir al combatiente en civil, sino en convertir al civil en combatiente activo. La teoría clásica de la guerra irregular había bordeado tales límites; la guerra popular de Mao Tse Tung partía de la idea del apoyo activo del pueblo, escondiendo, avituallando, informando. Después, el analfabetismo estratégico y la atracción por la violencia brutal de Ernesto Guervara dieron lugar a la aberración del “foquismo”; la provocación revolucionaria de la máxima represión posible contra la población civil, en la creencia de que ésta se convertiría en combatiente. La estrategia revolucionaria buscaba convertir a los civiles en combatientes activos contra el Estado.
Pero algo diferente parece abrirse paso en la era de las ONGs, de la CNN y de las comisiones de derechos humanos. Los grupos terroristas islamistas, como revolucionarios, utilizan a la población civil; como observadores de la historia de las democracias occidentales, lanzan a los civiles a la guerra, pero con una novedad; lo hacen de forma pasiva, como instrumento estratégico y político contra Occidente, contra Estados Unidos o Israel.
A estas alturas, más allá de la desinformación que aqueja a los medios de comunicación europeos, más prestos a reportajes sentimentales y emotivos que a informaciones objetivas sobre el terreno, parece evidente que las milicias de Hizboláh utilizan ambulancias para moverse por las calles; sitúan sus almacenes y arsenales en mezquitas y hospitales; lanzan sus mísiles desde los patios de las escuelas. Sitúan sus cuarteles generales en las zonas más densamente pobladas de las ciudades. Características todas atribuibles también a Hamas o a los grupos terroristas en Iraq; la detención de los secuestradores de la cooperante italiana Sgrena destacaron “la frialdad y complicidad de los familiares con las actividades de los detenidos” (ABC, 23-07-2006), que preparaban armas y operaciones en una casa repleta de niños jugando.
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Copiado de http://www.gees.org
GEES, Apontamento nº 35, 31 de Julho de 2006
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